(Imagen: Casa en la que Ana estuvo oculta durante la guerra).
El viaje se planteo mucho antes de que tuviera la intención de ver la pelicula que se realizo a partir de los diarios que Ana dejo y que actualmente se conservan.
Empezare por la película, se sitúa en una etapa de la historia bastante oscura que las personas no quieren recordar demasiado, por el tema del holocausto y todo el tipo de persecuciones que existieron, en general la poca libertad que existía. Hablando de la película, lo que realmente me atrapo fue el modo en que expresaba su situación, el porque estaban allí, con quien y sobre todo el cuando. Si a esto le sumamos la ferviente descripción de los pocos metros cuadrados de los que disponían en el desván oculto y la percepción que tenían del exterior desde detrás de aquellos paredes, obtenemos un espacio que infinitamente es capaz de hablar de una manera muy agresiva de las personas que vivieron allí, y de las condiciones en las que se encontraban día a día.
Días después, a mediados de febrero nos embarcamos en el avión con destino Eindhoven (Holanda). Antes incluso de tocar el suelo al aterrizar, ya se podía sentir el ambiente y el espacio que parece propio de la vieja Europa del norte y es que los pastos verdes, los canales y los edificios que mantienen esa configuración que no quiere separarse de su pasado mas reciente proliferan por todos lados. A la llegada a Amsterdam después de tomar el tren, lo que aquí seria el media distancia, se apreciaba perfectamente esas construcciones, estrechas entre medianeras y con unas proporciones que obligan a inventar cualquier tipo de mecanismo para salvar los obstaculos diarios, que sirven tanto para viviendas como para la colocaciones de negocios.
El caso es que me quede sorprendido al comprobar como se desarrollaban los edificios con esas escaleras tan inclinadas y peligrosas, todo hay que decirlo, pero que forman parte de esa cultura de cubiertas muy inclinadas. Junto con la curiosa tipología edificatoria sorprende también la capacidad que tienen para gestionar el trafico rodado hablando de coches y bicicletas, junto con los tranvías y con los peatones, todo ello en un mismo plano de circulación.
Un par de días después de nuestra llegada y estando familiarizados algo mas con la ciudad fuimos a ver la casa de Ana Frank, y efectivamente, las marcas en las paredes, los peldaños de la escalera, la madera y el olor que allí existia, todo formaba parte de una misma atmósfera que nos traslada a los tiempos de guerra, pero el verdadero culmen de la visita fue, por lo menos para mi, el poder asomarse por la ventana y poder observar la torre del reloj, ese elemento que veian cada dia al despertarse y no poder salir de aquella caja.
En conclusión, si puedo repetiré la experiencia.
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